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HONDURAS

Tres chiflados (Nasralla, Mel y Luis Zelaya ) van a la guerra | Nota de opinión de César Indiano

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Nota de opinión de César Indiano

Los tres chiflados que intentan liderar la oposición en Honduras no tienen ni idea de a qué demonio se enfrentan. Creen que mediante presiones internacionales mal-gestionadas o que con rabietas escolares de una falsa alianza opositora van a hacer tambalear a un régimen que se ha diseñado para la permanencia a ultranza.

La emotividad (pero ante todo la ignorancia) los lleva a pensar que un tirano se puede derrotar sin arriesgar el pellejo. Los tres chiflados no entienden que un dictador prefiere mil veces fusilar a su propia madre antes que dejar el poder por petición popular. ¿Si un enfermizo opresor es capaz de mandar al matadero a sus propios hermanos de sangre? ¿qué sería capaz de hacerle a un desconocido que le estorba?

En política contemporánea no se registra ningún caso donde un déspota haya apelado al retiro voluntario. Esto es así porque los crímenes de los opresores son acumulativos, es decir, por cada día que pasa el dictador mata a más contrarios, encarcela a más rivales, destierra a más críticos y triplica los salarios de sus miles de cómplices. De hecho y de forma siniestra, los déspotas mejoran las condiciones de vida de sus “críticos moderados”: esa banda de perdularios llamados “analistas políticos” y “académicos de oficio” que de todo saben y que nada entienden.

Los tres chiflados no comprenden cuatro cosas que son básicas para afrontar este problema. Primero, un dictador nunca está solo, tras el oscuro manto de su despotismo se refugian fuerzas militares mafiosas que odian la patria, grupos empresariales que no tienen escrúpulos, funcionarios leales hasta la muerte, manchas bravas reactivas, sicarios a sueldo y religiosos infernales que utilizan los púlpitos para controlar a ese creyente borrego que a todo dice amén. Todos los individuos y colectivos que se cobijan bajo las maldades de un Autócrata de Partido Único cierran filas y se agrupan por instinto, resisten hasta la muerte porque saben que no tienen razón y que la historia vendrá a por ellos.

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De modo que derrumbar a un feroz dictador no es un tema de berrinches escolares, tampoco es algo imposible. Así llegamos a la segunda cuestión: un opositor debe tener tres cualidades que los tres chiflados no tienen ni por asomo, valentía, integridad y coherencia. Estos hombres – hablo de Salvador Nasralla, Luis Zelaya Medrano y Manuel Zelaya Rosales – son juntos el súmmum de la ineptitud política hondureña. Alardean de una popularidad indemostrable, propagan una visión egoísta de la realidad y carecen de templanza para asumir riesgos en nombre de los demás.

Con excepción de Mel Zelaya los otros son dos patos en la llanura y no sacrificarían un pelo en nombre de una causa de país. Su deseo de poder está inspirado en caprichos personales y vanaglorias de último momento. Ese ridículo aire de autosuficiencia les impide a ambos articular con cierta coherencia un bloque opositor que pueda resultar confiable. Los alardes que Nasralla ha perifoneado en los recientes ocho años son eso, alardes. Se auto califica de financieramente puro cuando hasta el más tonto sabe que laboró toda su vida en la compañía televisora más delictiva, falsaria y manipuladora que existe en mi país.

No sólo eso, Nasralla, es el pionero de la demagogia televisiva y fue el que inventó el reparto de bolsas solidarias para los más tontos, es también el amo de los agitadores futboleros que más mentiras ha sembrado en la mente de la pobre gente marginal. Técnicamente ha sido y sigue siendo un empleado del estado porque las televisoras y las emisoras hondureñas jamás han vivido del trabajo honrado, es decir, Nasralla ha hecho su fortuna con los cheques obscenos que los gobiernos han desembolsado durante décadas para pagar la telebasura de Televicentro y similares. Eso sin contar con los orondos millones que cobró recientemente como “perdedor designado” de las elecciones fraudulentas.

¿Y de Luis Zelaya qué podemos apuntar? Este cree que con su aspecto de “Elder Luis” y sus aires de conciliador candoroso, va a impactar a un pueblo herido de muerte por las patrañas sin fin de los saqueadores históricos. Mientras la gente se juega la vida entre balaceras, matanzas, destierros, humillaciones, hambrunas y fragmentaciones afectivas provocadas por la emigración aparece este político envuelto en su aura de San Miguel Arcángel para decir que el “liberalismo social” es la vacuna contra “el nacionalismo opresor”. Este discurso no sólo es pálido, también es pánfilo, inoportuno y aburrido, es la tortilla sin sal de la política improvisada.

Desde luego, entre los tres chiflados el más experimentado es Manuel Zelaya Rosales, pero este anda sabaneando una vaca que ya fue destazada. Estamos ante un caso clínico de populismo retardado que intenta convocar a una turba. Zelaya Rosales padece un Alzheimer doctrinal. Se contaminó tardíamente con las demencias izquierdistas y echó por la borda la poquita buena fama que se había labrado como líder del liberalismo tradicional. Sin haber leído jamás ni tan siquiera los lemas básicos del pensamiento liberal, se pasó al bando de los indeseables y se convirtió en un tránsfuga.

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Zelaya Rosales está descalificado para criticar al actual tirano nacionalista porque él delira por instalar en mi país una oprobiosa tiranía socialista, es más, lo intentó en el 2009 y tras ser expulsado a patadas se transformó en una caricatura de la política.

En su desvarío – vamos al tercer punto – Zelaya Rosales considera que Hernández Alvarado es un diablo (y tiene razón), pero en cambio cree que Nicolás Maduro es un prócer. La ceguera de los enajenados izquierdistas es incurable, se obstinan hasta la muerte defendiendo y justificando los atropellos de todos los malnacidos que han sembrado el horror en Venezuela, en Nicaragua y en Bolivia. Entonces ¿quieren los tres chiflados que la gente los apoye en el imberbe proyecto de quitar a un loco para poner en su lugar a un demente? ¿piensan que la gente se va a entusiasmar diciéndole que desean quitar a un matón para colocar en su lugar a un verdugo? ¿Quieren los tres chiflados reemplazar a un mentiroso insufrible para sentar a un manipulador insoportable?

El infantilismo, la ignorancia, la autosuficiencia, la megalomanía les impide a estos hombres (por cierto, todos son viejos) captar la diferencia entre la mirra y la boñiga. El proyecto de oposición no articula, no arranca y no despierta el interés de nadie porque está fundamentado en las bajas pasiones de unos chiflados que no han entendido una cuarta cosa: que un tirano de la derecha es tan abominable como un déspota de la izquierda.

El equilibrio está en la democracia, pero resulta que la democracia es la cancha neutra donde juegan los que se preparan, los que respetan las normas, los que aceptan perder y los que ganan elecciones sin colocar una pistola en la cabeza de los votantes. Mientras la lucha política siga siendo una pugna encarnizada entre sinvergüenzas contra caraduras, la mediocridad tercermundista seguirá siendo la única herencia posible, el único legado perpetuo.

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6 Comments

6 Comments

  1. Eric Guillermo Serrano

    2019-11-11 at 19:21

    Muy bueno. La realidad de «nuestra oposición «.

  2. Ezare

    2019-11-11 at 20:24

    Ahora ya despotrica en contra del Lobo con piel de oveja de Luis Zelaya, ahora para este resentido social de Indiano, Luis Zelaya ya no se vislumbra «como una luz en el horizonte» tal como lo nombraba durante las elecciones de 2017. Sos una patastera Indiano!

  3. Fredy avila montoya

    2019-11-11 at 20:28

    Excelente. Esta mas claro que el agua que bebemos

  4. Fredy avila montoya

    2019-11-11 at 20:30

    Esta mas claro que el agua que bebemos buena buena

  5. Noel Ramos

    2019-11-12 at 17:26

    Indiano, Indiano eres la persona más resentida de mi país, escritor frustrado por no poseer el don de la pluma, eres como la India María que no sabes si estás de un lado u otro -o sos de los pocos que piensan que en la política e ideología hay un punto neutro, una zona de confort en la cual puedes hablar bazofia desde un lugar muy, muy lejano- entre tanto las turbas de mi país ponen el pecho frente a los fusiles de los gorilas.
    Alguna vez apoyaste a una turba en pos de exigir los mínimos derechos de un ciudadano, pienso que no. Y no salgas con la frase trillada que tu trinchera es escribir artículos, por cierto de muy mal gusto.
    ¿Cómo puede complacerte la turba de la oposición para que dejes de apuntar con tu exacerbado lenguaje escrito y reconocer que es fácil saber quienes son los autores del Apocalipsis en mi país?
    Indiano, expresarse de la situación de mi país desde un lugar muy, muy lejano es como estar echado en el sofá de mi sala rascándomelos.

  6. mario

    2019-11-21 at 21:37

    Jjajajaaja, que clase de analistas los de Hondusa, están arruinados.

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